Semblanza Navideña

Sentada en la cafetería de un Mall, sentí ganas de llorar como protesta por estar viviendo una navidad COMERCIAL, GLOBALIZADA y no una navidad TRADICIONAL TICA como solía tenerlas durante mi infancia.

No puedo ser hipócrita, disfruto de muchos beneficios y comodidades que brindan las empresas multinacionales. ¿A quién vamos a engañar? Es mas fácil comprar comida preparada, que perder un domingo entero cocinando. Es más fácil comprar ropa, que coser o que buscar a una costurera y pasar por la toma de medidas, la espera, y los ajustes finales. Estas son algunas de las maneras como dichas empresas nos ayudan a vivir en un mundo que va a alta velocidad, mientras les ayudamos a enriquecerse cada vez más.

Pero en materia de Navidad, no logro eliminar el apego hacia mis recuerdos de navidades pasadas.

Veo a mi abuela dictándole a mi madre la lista de ingredientes para los tamales, con todo e instrucciones para no permitirle al carnicero que le venda carne no apropiada o encontrar hojas para envolverlos que no estén muy picoteadas.

Me veo caminando con mi mamá por las calles josefinas, consiguiendo para el pasito el papel encerado, de ese con reyes magos pintados, ovejas nuevas de yeso, aunque fueran mutantes como dice Adal Ramones (por su desproporción con el tamaño de las figuras representativas de personas) y tiras de colores brillantes para las ventanas, porque en mi casa, el árbol de navidad no existió durante mi infancia.

Veo visitas a los chinamos, donde mi hermana y yo descubríamos nuestro gusto por las cocinitas, las ollitas y los juegos de escoba, palita y palo de piso (aunque fuera una manifestación machista, ofrecida a las mujeres unicamente, pero esa era la realidad del momento) y carritos de madera para mis hermanos, que luego el niño les traía. Me encantaba la excelente comunicación que tenía mi mamá con él.

Esperábamos prácticamente todo el año, para comer uvas o manzanas y sostener una vengala el 24 o 31 de Diciembre. Ahora esas cosas se consiguen cualquier día y a cualquier hora.

Sientía y siento fascinación por los juguetes baratos. Muñecas tiesas que no hablan, ni lloran, ni hay que cambiarles el pañal, yacses, bolas plásticas, cuerdas para saltar, cosméticos "de mentirillas", carteritas para niñas, jueguitos de té plásticos, entre otros.

No es que me aferre a la pobreza, porque está bien superarse, pero ahora que todo viene listo, envuelto y entregado, ha perdido el chiste para mí.

Sueno un poco mal agradecida, pero me encantaría volver a lo básico, a los niños que eran super agradecidos con lo que recibieran y no al consumismo desmedido, donde cualquier aparato tecnológico que se les provea queda obsoleto en tres meses.

Quiero una comida con sabor a familia, con sabor a hogar.
Quiero una navidad con villancicos en la radio, no en CD, ni MP3.
Quiero una navidad donde lo mas importante sea el nacimiento del niño Jesús y no Santa o el árbol.

Quiero una navidad con abrazos y cafecitos familiares o entre amigos y no con preocupación por el regalo que doy o me dan.
Quiero que mis hijos entiendan que la vida, la salud y el amor son los mejores regalos que hemos recibido.

Jairo, el cantante argentino, dejó en su sitio de Facebook un mensaje que decía: "Espero que tengan una navidad a la altura de sus expectativas" Yo opino diferente, no quiero tener expectativas, quiero apreciar las cosas pequeñas y sencillas y tener grandes sensaciones.

FELIZ NAVIDAD Y QUE DIOS NOS BENDIGA A TODOS!!!

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