Amor de Tamagotchi
Amor en tiempos de pantallas
Como predijera el señor Al Gore hace aproximadamente diez años en su libro Cibersociedad, el aislamiento sería el gran problema de los usuarios de las nuevas TIC (Tecnologías de Información y Comunicación).
Suena irónico: hoy existen miles de medios para comunicarse —que en teoría podrían ser de gran utilidad en lo laboral y lo intelectual—, pero las relaciones interpersonales se han visto seriamente deterioradas.
Aquellos esfuerzos que en otra época hacíamos para vernos, abrazarnos, besarnos o incluso hacer el amor, han sido sustituidos por el chat, los mensajes de texto, los comentarios o enlaces en redes sociales, los besos y abrazos virtuales :-* e incluso el cibersexo, con o sin cámara web.
Ya no decimos “He pensado mucho en ti” mirándonos a los ojos. El coqueteo gestual o esas palabras que antes exigían valor para no sonrojarnos han cambiado por onomatopeyas o frases escritas que persiguen el mismo fin. Una foto alterada con Photoshop puede generar un “ggggggrrrrr” de alguien que se la creyó.
Para algunos de la generación anterior o de transición, este panorama resulta un tanto triste: todavía esperan al amante a la antigua. Ese que buscaba, que enviaba flores o las cortaba de un jardín, el que quemaba los bordes de un poema para hacerlo parecer antiguo, el del que guardábamos pétalos en un diario o envolturas de chocolate como si fueran tesoros.
Para los miembros de la generación actual, en cambio, este ciberloco mundo es lo único que conocen, y no tienen punto de comparación. Hacen citas a ciegas con perfiles falsos, se enojan y se destruyen la reputación publicando fotos o secretos. Pero también disfrutan la posibilidad de hacer amigos en cualquier rincón del mundo, sin los miedos o prejuicios que nos inculcaron nuestros padres.
No digo que “todo tiempo pasado fue mejor”; cada época tiene su encanto. Pero acostumbrarse al “amor de Tamagotchi”, como lo llama mi hermana, requiere tiempo.
Hoy escribes “Te amo” y, si la otra persona no está lista para responder “yo también”, puede enviarte un simple emoticón :) o excusarse diciendo que no tenía señal, que se le descargó el celular o que estaba en reunión.
Mientras tanto, surge un nuevo y reducido lenguaje en el que, como en la moda, menos es más:
-
THX = Thanks
-
BB = bebé
-
MUXO = mucho
-
DEMA = demasiado
-
<3 = corazón/amor
-
KELO = quiero
y un sinfín más que nos vemos obligados a aprender, o de lo contrario nos quedamos sin entender lo que nos comunican.
Nuestra resistencia al cambio tarde o temprano se doblega. Así, terminamos aprendiendo a coquetear, a buscar pareja, a enamorarnos —y hasta a recibir propuestas indecorosas, matrimoniales o interesantes— a través de estos medios, que, al fin y al cabo, se han convertido en un mal necesario.
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